En todo el mundo, las mujeres deben enfrentar numerosos obstáculos para poder involucrarse en iniciativas empresariales. En general, ganan menos que los hombres, tienen menos control sobre los activos y tienen menos poder de decisión con relación al dinero. ¿A qué se debe esto? ¿Cuáles son las barreras que existen para el empoderamiento económico de la mujer y cómo pueden superarse? Existen muchos factores en general complejos e interrelacionados que o ayudan u obstaculizan el empoderamiento económico de la mujer. El acceso a la educación y la capacitación, tanto para las mujeres como para las niñas, es un aspecto crucial. A pesar de los avances durante los últimos años, en muchos países, las niñas siguen teniendo menos probabilidades que los niños de matricularse en la enseñanza secundaria y de concluirla. La falta de acceso a activos financieros, como préstamos y ahorros, y a activos físicos, como tierras y propiedades, también constituye una importante barrera. Muchas de estas barreras son el resultado de normas sociales y de género dañinas, que son reglas de comportamiento consideradas aceptables en un grupo o sociedad. Esto determina cuáles son los roles que se consideran adecuados para las mujeres, los hombres, las niñas y los niños. Normalmente, el papel de los hombres es ganar dinero, mientras que las mujeres son responsables de las tareas domésticas, como recoger agua y leña, cocinar y limpiar. Esto implica que las mujeres y las niñas tienen menos tiempo disponible para ganarse la vida y para participar en proyectos y procesos de toma de decisiones. Además, existen numerosos factores estructurales –como políticas, regulaciones y leyes gubernamentales– que pueden o bien favorecer u obstaculizar el empoderamiento económico de la mujer.
¿QUÉ PODEMOS HACER?
Para contribuir al empoderamiento económico de la mujer, es necesario llevar a cabo cambios y adoptar medidas en todas las áreas: tanto a nivel individual como en los hogares, las comunidades, las instituciones, las ONG, el sector privado y los gobiernos. Ningún cambio podrá abordar todos los problemas por sí solo. Por lo tanto, al prestar apoyo a las comunidades en el desarrollo de programas de medios de vida, es importante considerar toda la serie de barreras que puedan estar limitando la participación de la mujer.
Hay varias maneras en que podemos contribuir a solucionar este problema. A continuación, ofrecemos algunos ejemplos:
• Abordar las normas sociales y de género dañinas por medio de la capacitación de la comunidad.
• Reducir la carga del trabajo no remunerado del cuidado de la familia, facilitando el acceso a mejores cocinas, agua limpia y saneamiento.
• Abogar por que las mujeres accedan a un sueldo mínimo adecuado, contratos garantizados y condiciones laborales seguras en cualquier trabajo remunerado que realicen.
• Ayudar a las mujeres a acceder a capacitación en alfabetización y otras habilidades.
• Fomentar la creación de grupos de ahorro y préstamo y de autoayuda (véase la pág. 21).
• Abogar por cambiar las leyes, políticas y prácticas que limitan las oportunidades de las mujeres.
• Ayudar a las niñas a matricularse en la escuela y concluir la enseñanza.
Para implementar esta iniciativa, podría ser necesario cuestionar las normas sociales y abordar la falta de instalaciones sanitarias que las niñas necesitan para asistir a la escuela durante la menstruación. Cuando las mujeres no tienen independencia económica, no solo sufren ellas, sino toda la comunidad. No obstante, cuando las mujeres tienen autonomía financiera, toda la comunidad se beneficia gracias a familias más felices y más saludables, mejores relaciones, mayor productividad y menos pobreza.
Mari Williams, investigadora y escritora, forma parte del Equipo Técnico de Tearfund. Correo electrónico: mari.williams@tearfund
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