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Teología del trabajo

Llamado, una perspectiva bíblica



Cuando los cristianos preguntan acerca del llamado, normalmente queremos decir: «¿Me está llamando Dios a determinado empleo, profesión o tipo de trabajo?». Esta es una pregunta significativa, porque el trabajo que hacemos es importante para Dios. Si el trabajo es importante, tiene sentido preguntarse qué trabajo quiere Dios que hagamos.


El lenguaje del llamado es común tanto en las fuentes religiosas como seculares, como muestra esta gama de ejemplos:


• La Universidad Baylor se publicita mediante las palabras de un nuevo alumno universitario: «Recibí llamados de UNC Emory y de George Washington. Pero encontré mi llamado en Baylor». Esto plantea la pregunta: «¿A qué nos llama Dios y cómo?».


• En otro aviso, la alumna de maestría en teología Michelle Sanchez dice: «Yo quería ser directora ejecutiva, pero entonces Dios me llamó a algo más grande… sentí que Dios me llamaba al ministerio a tiempo completo». Esto plantea la pregunta: «¿Cuál es el valor del trabajo “secular”, y es el ministerio eclesiástico remunerado más grande o más sagrado?».


• Un artículo titulado «The Case for Kids» (Defensa de los niños) pregunta si las mujeres que tienen hijos son meramente «reproductoras», o si tener hijos es el llamado de toda mujer con capacidad de hacerlo[1].


• La publicidad de la contraportada del libro de Max Lucado He Chose the Nails[2] dice: «Max Lucado tiene un bendecido llamado:


Denalyn lo llama Cariño. Jenna, Andrea y Sara lo llaman Papá. Los miembros de la Iglesia de Cristo de Oak Hills en San Antonio lo llaman su predicador. Y Dios lo llama suyo». Esto plantea preguntas sobre nuestro llamado a ser esposo(a) y a la familia, al pueblo de Dios en el ministerio, y a Dios mismo. Todo esto a través de la manera en que las personas que más estimamos se dirigen a nosotros, nos denominan o llaman.


• La imagen de un aviso reciente para un teléfono móvil con vibrador decía: «Puedo sentir cuando alguien me está llamando. No es sobrenatural, es tecnológico»[3]. ¿Cómo experimentamos el llamado de Dios en un mundo tecnológico cacofónico de miles de llamados?


En la Biblia, Dios efectivamente llama a las personas —al menos a algunas— a un trabajo específico, y entrega diversos tipos de orientación para todas las personas en su trabajo. Así que, como respuesta preliminar, podemos decir «sí». Dios efectivamente dirige a las personas a empleos, profesiones y tipos de trabajo específicos. Pero en la Biblia, el concepto de llamado va más profundo que cualquier aspecto en particular de la vida, tal como el trabajo. Dios llama a las personas a unirse con él en cada aspecto de la vida. Esto solo puede ocurrir como respuesta al llamado de Cristo a seguirlo a él. El llamado de seguir a Cristo está en la raíz de todo otro llamado. Es importante, sin embargo, no confundir un llamado a seguir a Cristo con un llamado a ser un trabajador eclesiástico profesional. Las personas de todos los ámbitos de la vida son llamadas a seguir a Cristo con igual profundidad y compromiso.


Después de analizar el llamado a seguir a Cristo, analizaremos el llamado a trabajos específicos a la luz de muchos pasajes bíblicos relacionados con el llamado. Mostraremos de qué manera el trabajo cooperativo de la Trinidad del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo guía y ejemplifica nuestro trabajo. Proveeremos enlaces para continuar la exploración teológica del llamado. En el proceso, analizaremos temas relacionados tales como la manera de discernir la dirección de Dios en el trabajo, la naturaleza comunitaria del llamado, el llamado al trabajo eclesiástico frente al trabajo no eclesiástico, llamados al trabajo creativo y redentor de Dios más allá del mundo laboral, la importancia de cómo trabajamos en cualquier trabajo que uno tenga, y la libertad definitiva que disfrutan los cristianos en su trabajo.


Tipos de llamado de Dios

El llamado a pertenecer a Cristo y participar en su obra redentora en el mundo


En la Biblia, la palabra «llamado» se usa con mayor frecuencia para referirse a pertenecer a Cristo y participar en su obra redentora en el mundo. Este sentido de llamado es especialmente prominente en las cartas de Pablo.


Romanos 1:6


…están incluidos también ustedes, a quienes Jesucristo ha llamado.

Romanos 8:28


Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito.

1 Timoteo 2:4


[Dios] quiere que todos sean salvos y lleguen a conocer la verdad.

2 Corintios 5:17-20


Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo! Todo esto proviene de Dios, quien por medio de Cristo nos reconcilió consigo mismo y nos dio el ministerio de la reconciliación: esto es, que en Cristo, Dios estaba reconciliando al mundo consigo mismo, no tomándole en cuenta sus pecados y encargándonos a nosotros el mensaje de la reconciliación. Así que somos embajadores de Cristo, como si Dios los exhortara a ustedes por medio de nosotros: «En nombre de Cristo les rogamos que se reconcilien con Dios».


El llamado a pertenecer a Cristo va más allá que los tipos de «llamado» del mundo laboral que son el foco principal de este artículo. Por tal motivo, es importante comenzar nuestro análisis del llamado con el llamado a seguir a Jesús. Es un llamado a una relación restaurada con Dios y con las demás personas y con el mundo que nos rodea. Encierra todo el ser y el hacer de la persona. Esto nos recuerda que el llamado a un tipo de trabajo específico es secundario respecto al llamado a pertenecer a Cristo y a participar en su redención del mundo.


En particular, nuestro trabajo debe ser una parte esencial de nuestra participación en Cristo mismo. Su obra de creación subyace al acto de creatividad y producción en el universo (Juan 1:1-3). Su obra de redención puede ocurrir en cada lugar de trabajo a través de la justicia, la sanidad, la reconciliación, la compasión, la bondad, la humildad y la paciencia (Colosenses 3:12). La obra redentora no se limita a la evangelización, sino que abarca todo lo necesario para hacer del mundo lo que Dios siempre pretendió que fuera. Esta obra redentora ocurre en armonía con la obra de creación, producción y sustento que Dios le delegó a la humanidad en el Huerto del Edén. La Biblia no indica que la obra de redención haya reemplazado la obra de creación. Ambas continúan, y, en general, a los cristianos se les manda que participen tanto en la obra de creación como en la de redención[4].


El llamado universal a trabajar


Antes que podamos discutir la posibilidad de la dirección de Dios a un tipo de trabajo específico, debemos reconocer el mandato de Dios de que todos trabajen en la medida que sean capaces. El mandato o llamado de Dios a trabajar llega al comienzo mismo de la Biblia, donde Dios elige involucrar a los seres humanos en la obra de creación, producción y sostenimiento. El trabajo permanece hasta el mismo final de la Biblia. Hay trabajo en el Huerto del Edén, y hay trabajo en el cielo nuevo y la tierra nueva.


Génesis 1:27-28


Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó, y los bendijo con estas palabras: «Sean fructíferos y multiplíquense; llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar y a las aves del cielo, y a todos los reptiles que se arrastran por el suelo».


Génesis 2:15, 19-20


Dios el Señor tomó al hombre y lo puso en el jardín del Edén para que lo cultivara y lo cuidara… Entonces Dios el Señor formó de la tierra toda ave del cielo y todo animal del campo, y se los llevó al hombre para ver qué nombre les pondría. El hombre les puso nombre a todos los seres vivos, y con ese nombre se les conoce. Así el hombre fue poniéndoles nombre a todos los animales domésticos, a todas las aves del cielo y a todos los animales del campo. Sin embargo, no se encontró entre ellos la ayuda adecuada para el hombre.


Éxodo 20:9


Trabaja seis días, y haz en ellos todo lo que tengas que hacer.


2 Tesalonicenses 3:10


Porque, incluso cuando estábamos con ustedes, les ordenamos: «El que no quiera trabajar, que tampoco coma».


Apocalipsis 21:24-26


Las naciones caminarán a la luz de la ciudad, y los reyes de la tierra le entregarán sus espléndidas riquezas. Sus puertas estarán abiertas todo el día, pues allí no habrá noche. Y llevarán a ella todas las riquezas y el honor de las naciones.


Isaías 65:21-22


Construirán casas y las habitarán; plantarán viñas y comerán de su fruto. Ya no construirán casas para que otros las habiten, ni plantarán viñas para que otros coman. Porque los días de mi pueblo serán como los de un árbol; mis escogidos disfrutarán de las obras de sus manos.


Basados en estos pasajes, podríamos decir que todos están «llamados» a trabajar, siempre que reconozcamos que en este sentido «llamados» en realidad significa «mandados». Dios te manda que trabajes, aun si no te envía una oferta de empleo específica. De hecho, el mandato de Dios a trabajar podría ser cumplido de alguna forma distinta a un empleo pagado. Analizaremos la dirección de Dios a un empleo o tipo de trabajo específico más adelante.


Llamado a la vida, no solo a trabajar


Aunque nos estamos enfocando en el llamado de Dios a trabajar, el trabajo es solo un elemento de la vida. Dios nos llama a pertenecer a Cristo en cada elemento de nuestras vidas.


Colosenses 3:17


Y todo lo que hagan, de palabra o de obra, háganlo en el nombre del Señor Jesús.


Nuestro empleo no necesariamente es el aspecto más importante de nuestro llamado o nuestro servicio en la obra de redención de Cristo. Primero, debemos recordar que el trabajo no se limita al trabajo remunerado. El trabajo al que Dios nos dirige puede ser una labor no remunerada, tal como criar hijos o cuidar a un miembro de la familia discapacitado o dar clases de refuerzo a estudiantes después de la escuela. Probablemente Dios no llama a muchos de nosotros a empleos pagados que nos impidan totalmente realizar trabajos sin remuneración.


Aun si tienes un trabajo pagado, puede que el principal trabajo al que Dios te llama esté fuera de tu empleo. El empleo puede suplir tu necesidad de dinero —y eso por sí mismo efectivamente lo hace parte del mandato de Dios a trabajar— pero puede que no cumpla todos los demás propósitos que Dios tiene para tu trabajo. Hemos visto que el cuidado de los hijos y de personas ancianas o discapacitadas es un tipo de trabajo, y muchas personas que lo hacen también tienen otro empleo pagado. Por otra parte, lo que se denomina un pasatiempo podría ser el trabajo al que Dios te está guiando en vez de tu empleo remunerado. Podrías trabajar en literatura, pintura, música, actuación, astronomía, liderar un grupo juvenil, voluntariado en una sociedad histórica, mantenimiento de una reserva natural, u otras mil clases de trabajo. Si algo como esto es tu llamado, probablemente te ocupes en ello con mayor seriedad que alguien para quien es una actividad de esparcimiento. Hay una diferencia entre trabajo y esparcimiento. Pero cualquier actividad específica —remunerada o no— podría ser trabajo para una persona, pero esparcimiento para otra.


Segundo, debemos tener cuidado de no permitir que el trabajo domine los demás elementos de la vida. Aun si Dios te conduce a un trabajo o profesión en particular, tendrás que fijarle límites a ese trabajo para dejar espacio para los demás elementos del llamado o dirección de Dios en tu vida. Si Dios te guía a estar casado y ser dueño de un pequeño negocio, por ejemplo, tendrás que equilibrar el tiempo y las responsabilidades de ambos llamados. El trabajo no debería desplazar el esparcimiento, el descanso y la adoración. No existe una fórmula para equilibrar el trabajo y los demás elementos de la vida. Pero ten cuidado de no permitir que el sentir un llamado a un trabajo te ciegue al llamado de Dios en otros ámbitos de la vida.


La dirección de dios a un trabajo específico


En este punto, ahora podemos ahondar en la posibilidad de la dirección de Dios a una tarea, empleo, carrera o tipo de trabajo específico. Ya hemos visto que:


1. Todos están llamados a pertenecer a Cristo y a participar en su obra creativa y redentora.


2. Es poco usual que Dios llame a alguien de manera directa e inconfundible a un trabajo específico.


3. A todos se les manda a trabajar en la medida que sean capaces, pero normalmente Dios no provee una oferta de empleo específica.


4. Dios nos llama a una vida completa, no solo a un empleo.


Al reunir estos cuatro puntos podemos concluir que tu profesión no es la mayor preocupación de Dios para ti. Si lo fuera, él te haría un llamado directo e inconfundible. Exceptuando esto, a Dios le preocupa mucho más que tú te involucres en el trabajo en conformidad con su Palabra y que vengas a la gracia salvadora de Cristo y participes en su obra de creación y redención. El tipo de trabajo específico que realices es una preocupación menor.


Si bien no es la máxima preocupación de Dios el llevarnos al empleo o carrera precisos, eso no significa que a él no le preocupe en absoluto. De hecho, la obra distintiva del Espíritu Santo es guiar y capacitar a las personas para la vida y la obra a la que Dios las dirige. En el Antiguo Testamento, en ocasiones Dios les dio a las personas las habilidades necesarias para su labor, como hemos visto en el caso de Bezalel y Aholiab. Pero ahora el Espíritu dirige habitualmente a los creyentes a trabajos específicos y les concede las habilidades que necesitan (1 Corintios 12:7-12)[5]. Él brinda dirección para qué tipo de trabajo hacen las personas y también para cómo se realiza ese trabajo.


Discernimiento de la dirección de dios a un tipo de trabajo específico

Llamado directo e inconfundible a un trabajo específico


Entendiendo que la imagen última de llamado en la Biblia es el llamado a seguir a Jesús, estamos listos para explorar los llamados a tipos de trabajo específicos. Si con «llamado» nos referimos a un mandato directo e inconfundible de Dios a asumir una tarea, labor, profesión o tipo de trabajo específicos, entonces el llamado es muy escaso en la Biblia. No más de cien personas aproximadamente fueron llamadas por Dios en este sentido. Dios llamó a Noé a construir el arca. Dios llamó a Moisés y Aarón a sus tareas (Éxodo 3:4, 28:1). Llamó a profetas tales como Samuel (1 Samuel 3:10), Jeremías (Jeremías 1:4-5), Amós (Amós 7:15) y otros. Llamó a Abraham y a Sara y a algunos otros para que emprendieran viajes o se reubicaran (lo cual se podría considerar como una especie de llamado al lugar de trabajo). Él puso a personas en el liderazgo político, incluyendo a José, Gedeón, Saúl, David y los descendientes de David. Dios escogió a Bezalel y Aholiab como jefes artesanos para el tabernáculo (Éxodo 31:1-6). Jesús llamó a los apóstoles y algunos de sus otros discípulos (p. ej., Marcos 3:14-19), y el Espíritu Santo llamó a Bernabé y a Saulo para que fueran misioneros (Hechos 13:2). La palabra «llamado» no siempre se usa, pero la inconfundible dirección de Dios para una persona en particular a hacer un trabajo en particular está clara en estos casos.


Aparte de estas, muy pocas personas en la Biblia recibieron un llamado individual de Dios. Esto sugiere fuertemente que un llamado directo de Dios a un trabajo específico es también muy escaso hoy en día. Si Dios te está llamando directa e inconfundiblemente a un trabajo específico, no necesitas la orientación de un artículo como este, excepto quizá para la confirmación de que, sí, este tipo de llamado efectivamente ocurre en la Biblia en raras ocasiones. Por lo tanto, no analizaremos más profundamente el llamado personal directo e inconfundible, sino que más bien nos enfocaremos en si Dios orienta o dirige a personas a tipos específicos de trabajo por medios menos dramáticos.


Dirección a un empleo o profesión


Si bien a la mayoría de las personas Dios no les hace un llamado directo, individual e inconfundible a un trabajo o profesión específicos, Dios sí dirige a las personas de formas menos dramáticas, incluyendo el estudio bíblico, la oración, la comunidad cristiana y la reflexión individual. El desarrollo de un estado de alerta general a la dirección de Dios en la vida excede el propósito de este artículo. Pero veremos tres importantes consideraciones para discernir la dirección vocacional de Dios.


Las necesidades del mundo


La primera consideración son las necesidades del mundo. El más potente indicador de lo que Dios quiere que hagas probablemente sea tu conciencia de lo que se necesita hacer para que el mundo sea más como Dios pretende que sea. Esto no necesariamente implica los enormes problemas mundiales, sino simplemente cualquier cosa en el mundo que precise que se haga. Ganarse la vida para sostenerte a ti mismo y a tu familia es un ejemplo que se menciona en la Biblia:


Proverbios 13:22


El hombre de bien deja herencia a sus nietos.


Proverbios 14:1


La mujer sabia edifica su casa; la necia, con sus manos la destruye.


1 Timoteo 5:8


El que no provee para los suyos, y sobre todo para los de su propia casa, ha negado la fe y es peor que un incrédulo.


Tito 3:14


Que aprendan los nuestros a empeñarse en hacer buenas obras, a fin de que atiendan a lo que es realmente necesario y no lleven una vida inútil.



Otro ejemplo bíblico es trabajar con el fin de suplir las necesidades de personas a tu alrededor aparte de tu familia:


Proverbios 14:21


¡Dichoso el que se compadece de los pobres!


1 Tesalonicenses 4:11


Pónganse como objetivo vivir una vida tranquila, ocúpense de sus propios asuntos y trabajen con sus manos, tal como los instruimos anteriormente (NTV).


Lucas 3:10-11


«¿Entonces qué debemos hacer?», le preguntaba la gente. «El que tiene dos camisas debe compartir con el que no tiene ninguna», les contestó Juan, «y el que tiene comida debe hacer lo mismo».


Proverbios 11:25


El que es generoso prospera; el que reanima será reanimado.


Mateo 25:34-36


Entonces dirá el Rey a los que estén a su derecha: «Vengan ustedes, a quienes mi Padre ha bendecido; reciban su herencia, el reino preparado para ustedes desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; fui forastero, y me dieron alojamiento; necesité ropa, y me vistieron; estuve enfermo, y me atendieron; estuve en la cárcel, y me visitaron».



Trabajar para servir al bien de la sociedad en general también es un imperativo bíblico:


Jeremías 29:5-7


Construyan casas y habítenlas; planten huertos y coman de su fruto. Cásense, y tengan hijos e hijas; y casen a sus hijos e hijas, para que a su vez ellos les den nietos. Multiplíquense allá, y no disminuyan. Además, busquen el bienestar de la ciudad adonde los he deportado, y pidan al Señor por ella, porque el bienestar de ustedes depende del bienestar de la ciudad.


Desde luego, es imposible que tú suplas cada necesidad del mundo, así que tienes que acotarlo un poco. Comienza por las necesidades de las cuales eres personalmente responsable, tales como criar a tus hijos o pagar tus deudas. Más allá de eso, pon atención a las necesidades que estés en una buena posición de suplir, o que pocas otras personas están dispuestas a tratar, o que te parezcan especialmente apremiantes. Quizá estés en una buena posición para ser candidato a un cargo de elección popular en tu propia ciudad o pueblo, por ejemplo, en comparación con mudarse para hallar trabajo. Por otra parte, podrías ser una de las pocas personas dispuestas a documentar abusos contra los derechos humanos en un país al otro lado del mundo. O quizá te convenzas de que enseñar a jóvenes con problemas es más urgente que unirte a una banda. Además, podría volverse claro que algo en tu vida aparte de tu empleo o carrera es la manera más importante en que estás ayudando a satisfacer las necesidades del mundo. No tendría sentido conseguir un empleo para aconsejar a jóvenes en dificultades solo para descuidar a tus propios hijos.


El punto es que Dios le ha dado a cada uno la capacidad de reconocer parte de lo que el mundo necesita. Al parecer él espera que lo percibamos y nos pongamos a trabajar, en lugar de esperar un llamado especial de su parte. No existe una fórmula bíblica para traducir las necesidades del mundo a un llamado laboral preciso. Es por eso que debes buscar la dirección de Dios en las diversas formas de discernimiento que tienes disponibles.


Tus habilidades y dones


La segunda consideración son tus habilidades y dones. La Biblia dice que Dios les da a las personas dones para que lleven a cabo la labor que él quiere que hagan, y menciona algunos de los dones y habilidades que Dios concede:


Isaías 28:24-26


Cuando un agricultor ara para sembrar, ¿lo hace sin descanso? ¿Se pasa todos los días rompiendo y rastrillando su terreno? Después de que ha emparejado la superficie, ¿no siembra eneldo y esparce comino? ¿No siembra trigo en hileras, cebada en el lugar debido, y centeno en las orillas? Es Dios quien lo instruye y le enseña cómo hacerlo.


Romanos 12:6-8


Tenemos dones diferentes[6], según la gracia que se nos ha dado. Si el don de alguien es el de profecía, que lo use en proporción con su fe; si es el de prestar un servicio, que lo preste; si es el de enseñar, que enseñe; si es el de animar a otros, que los anime; si es el de socorrer a los necesitados, que dé con generosidad; si es el de dirigir, que dirija con esmero; si es el de mostrar compasión, que lo haga con alegría.


1 Corintios 12:7-10


A cada uno se le da una manifestación especial del Espíritu para el bien de los demás. A unos Dios les da por el Espíritu palabra de sabiduría; a otros, por el mismo Espíritu, palabra de conocimiento; a otros, fe por medio del mismo Espíritu; a otros, y por ese mismo Espíritu, dones para sanar enfermos; a otros, poderes milagrosos; a otros, profecía; a otros, el discernir espíritus; a otros, el hablar en diversas lenguas; y a otros, el interpretar lenguas.


Como muestran los dos últimos pasajes, cuando Pablo analiza los dones del Espíritu, normalmente se refiere a su uso en la iglesia. Pero si todo el trabajo que hacen los cristianos es hecho para el Señor (Colosenses 3:23), entonces podemos inferir que los dones del Espíritu también son dados para el uso en el lugar de trabajo. En consecuencia, los dones y habilidades proveen un elemento de orientación para discernir la dirección de Dios.


Se han desarrollado muchas herramientas para ayudar a las personas a discernir sus dones y darles uso en el contexto del ámbito laboral (ver «Para seguir explorando»). Sin embargo, es fácil poner demasiada atención a tus habilidades y dones. La actual generación de occidentales es la más analizada en cuanto a dones en la historia humana, pero esta afición por el análisis puede conducir a un ensimismamiento y desplazar la atención a las necesidades del mundo. Estos pasajes dicen que Dios concede dones para el bien común, no para la satisfacción personal. Además, en muchos casos, Dios da sus dones solo después que uno toma el trabajo donde los va a necesitar. Poner demasiada atención a los dones que ya tienes puede impedir que recibas los dones que Dios quiere darte.


No obstante, los dones que ya tienes pueden darte alguna indicación sobre la mejor forma de satisfacer las necesidades del mundo. Sería narcisista declarar que Dios te ha llamado a ser el pianista más grande del mundo, y luego esperar que él deposite en ti el talento necesario después de años de tocar mediocremente el piano y de una práctica deficiente. La orientación de carrera a través de las habilidades y dones es un difícil acto de equilibrio, razón por la cual se debe buscar en medio de una relación con Dios y los hermanos cristianos.


Aquí, una vez más, no debemos enfocarnos en el trabajo excluyendo el resto de la vida. Dios también da dones para nuestra vida familiar, amistades, recreación, voluntariado y toda la variedad de actividades de la vida.


Tus deseos más auténticos


Finalmente, la Biblia dice que tus deseos más auténticos o profundos también son importantes para Dios.


Salmo 37:4


Deléitate en el Señor, y él te concederá los deseos de tu corazón.


Salmo 145:19


Cumple los deseos de quienes le temen; atiende a su clamor y los salva.


Mateo 5:6


Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.


Juan 16:24


Hasta ahora no han pedido nada en mi nombre. Pidan y recibirán, para que su alegría sea completa.


A veces los cristianos esperan que, si Dios los llama a algún trabajo, será algo que ellos detestan. De lo contrario, ¿por qué tendría Dios que llamarlos a ello? Una morbosa fantasía cristiana es pensar en un país en el que uno odiaría vivir, y luego suponer que Dios lo está llamando a ser misionero allí. Pero los mejores misioneros tienen un gran deseo por el lugar y las personas a las que sirven. Además, ¿quién dice que Dios quiere que seas misionero? Si Dios te está guiando hacia algún tipo de trabajo o profesión, es más probable que puedas hallar un profundo deseo por ello en tu corazón.


Sin embargo, puede ser extremadamente difícil conectarse con los deseos más auténticos o profundos. Nuestras motivaciones se vuelven tan confusas a causa del pecado y el deterioro del mundo que nuestros deseos aparentes suelen estar lejos de los verdaderos deseos que Dios ha implantado en lo profundo de nuestro corazón.


Romanos 7:8, 15, 21-23


Pero el pecado, aprovechando la oportunidad que le proporcionó el mandamiento, despertó en mí toda clase de codicia. Porque aparte de la ley el pecado está muerto… No entiendo lo que me pasa, pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco… Así que descubro esta ley: que, cuando quiero hacer el bien, me acompaña el mal. Porque en lo íntimo de mi ser me deleito en la ley de Dios; pero me doy cuenta de que en los miembros de mi cuerpo hay otra ley, que es la ley del pecado. Esta ley lucha contra la ley de mi mente, y me tiene cautivo..


Por este motivo, no podemos simplemente decir: «Haz lo que te haga feliz». Lo que te hace feliz —o al parecer te hace feliz— podría estar lejos de satisfacer las necesidades del mundo, o de usar tus habilidades y dones para el bien común, o incluso de realizar tus verdaderos deseos. Y lo opuesto suele ser cierto, el trabajo que realizaría tu auténtico deseo a primera vista parece indeseable, y puede requerir un gran sacrificio y arduo trabajo. Y tus verdaderos deseos se pueden realizar en muchas áreas de la vida, no necesariamente en el trabajo. Saber lo que realmente deseas requiere madurez espiritual, quizá más de la que puedas tener al momento de enfrentar una decisión. Pero por lo menos puedes deshacerte de la idea de que Dios solo te llama a algo que detestas. A la luz de esto, Frederick Buechner escribe: «El lugar adonde Dios te llama es donde convergen tu profunda alegría y la profunda hambre del mundo»[7].


Libertad en cristo


Estas tres consideraciones —las necesidades del mundo, tus habilidades y dones, y tus más auténticos deseos— son guías, pero no son absolutas. De partida, en un mundo caído, puede que tengas muy poca capacidad de escoger tu empleo, de todos modos. A través de la historia, la mayoría de las personas han tenido el trabajo de esclavo, agricultor o dueña de casa, y esa sigue siendo la situación en gran parte del mundo. Cuesta imaginar que —aparte de unos pocos países desarrollados— Dios quiere que la mayoría de las personas sean esclavas, agricultoras o dueñas de casa. Más bien pareciera que las circunstancias impiden que la mayoría de las personas escojan el trabajo que verdaderamente desean realizar. Esto no implica que algunas personas no disfruten o no deberían disfrutar la agricultura, la atención del hogar, o cualquier otro tipo de trabajo legítimo, sino más bien que las circunstancias del mundo dictan que muchas personas trabajan en empleos que no les gustan. No obstante, bajo el cuidado de Dios, incluso ser esclavo puede ser una bendición (Mateo 24:45-47, 1 Corintios 7:21-24). Esto de ninguna forma legitima la esclavitud en el mundo actual. Simplemente significa que Dios está contigo dondequiera que trabajes. Puede ser mejor aprender a apreciar el trabajo que tienes —y hallar formas de participar en la obra de Cristo en ese empleo— que tratar de hallar un trabajo que creas que te va a gustar más.


Incluso en las economías desarrolladas, muchas personas tienen pocas opciones en cuanto al tipo de trabajo con el que se ganan la vida. La comunidad cristiana haría bien en equipar a las personas tanto para tomar decisiones respecto a su profesión, como para seguir la dirección de Dios en cualquier trabajo que estemos realizando. Cualquiera que sea tu empleo, los dones de Dios te permiten trabajar para el bien común, hallar más conformidad en tu trabajo, y superar o soportar los aspectos negativos de tu situación. Lo que es más importante, Dios promete una final liberación del arduo trabajo, de la labor agotadora, y los cardos.


¿Qué hay de aquellos con pocas alternativas y un llamado difícil? ¿Puede el trabajo duro y extenuante, una necesidad humana, ser un llamado? Pensemos, por ejemplo, en la historia de Graeme Marriott de sus llamados como padre de tres hijos y capataz en CBM Waste Management.


Somos una pequeña… compañía. Habíamos entrado en el reciclaje, pero no es muy rentable. Nuestra atención se vuelve hacia la disposición de desechos. Mi labor es operar el lugar: organizo y hago algunos trámites. Recogemos basura y reciclamos… Hay tres personas, y comenzamos a las 3 a. m… Conduzco el compactador la mitad del recorrido, y corro detrás del camión la otra mitad. Lo he estado haciendo por seis años. Proceso el reciclaje todos los días. Es un trabajo manual pesado. Hay que levantar cosas, hay mucho ruido especialmente cuando se procesa. Correr… calles empinadas es físicamente exigente especialmente en verano… Hay que empezar temprano, y eso interrumpe la vida familiar. Se trabaja todos los días, en todas las condiciones atmosféricas, incluso en días feriados. Al ser un servicio esencial, no se pueden tener días libres. Me gusta el desafío del aspecto físico: ¿qué tan rápidos y eficientes podemos llegar a ser?


Pero es una labor bastante mecánica: aplastar botellas, correr detrás del camión… La gente me pregunta acerca de mi trabajo y me ven como un vago. En cierto sentido es el último de los empleos. Pero es esencial y la gente depende de él. Si nos fuéramos a huelga, y la basura comenzara a apilarse, sería un riesgo sanitario… El reciclaje es más importante estos días, y me respetan un poco. La escuela de mi hija me pidió que les hablara a los niños acerca del reciclaje. Estos temas del reciclaje nos afectan a todos, así que mi rol es importante. Sé que aunque a veces cuesta decirlo, Dios me ha llamado a hacer mi trabajo.


Graeme tiene un empleo extenuante, pero él le saca provecho, compartiendo los aspectos difíciles, y se toma en serio su responsabilidad como algo que proviene de la mano de Dios.


Aun si efectivamente tienes la libertad de escoger tu trabajo, estas tres consideraciones son guías, no dictadores. En Cristo, los creyentes tienen perfecta libertad:


Juan 8:36


Si el Hijo los libera, serán ustedes verdaderamente libres.


2 Corintios 3:17


Ahora bien, el Señor es el Espíritu; y, donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad


Eso significa que tienes la libertad de tomar riesgos, de fallar, y cometer errores. Dios podría guiarte a un empleo del cual no sabes nada, para el cual no tienes habilidad, y no crees que te gustaría. ¿Estarías dispuesto a tomar ese empleo? A la inversa, más tarde en la vida podrías descubrir que pasaste por alto el llamado profesional de Dios para ti. Cobra ánimo, porque al final no serás juzgado por conseguir el empleo adecuado o realizar el potencial que Dios te ha dado. Serás juzgado según los méritos de Jesucristo, que se te aplica por la gracia de Dios al darte fe. El llamado a pertenecer a Cristo es el único llamado imprescindible.


El cuerpo de Cristo en la tierra es la comunidad de creyentes (Romanos 12:5). Por lo tanto, la libertad en Cristo significa que el llamado o dirección de Dios se discierne mejor en diálogo con la comunidad, no aisladamente. Ya hemos visto que las necesidades del mundo (una forma de comunidad) son importantes en tanto que disciernes a qué tipo de trabajo te está dirigiendo Dios. La comunidad también es un importante factor en cómo disciernes la dirección de Dios. En Hechos leemos acerca de la dirección del Espíritu Santo cuando Pablo y Bernabé fueron enviados por la iglesia de Antioquía en una misión (Hechos 13:2-3) y cuando los gentiles fueron aceptados en la que entonces era una iglesia mayoritariamente judía sin las gravosas leyes judías: «Nos pareció bien al Espíritu Santo y a nosotros» (Hechos 15:28). Tal discernimiento comunitario, lidiando unos con otros y en una mutua rendición de cuentas, es un buen modelo para nuestro discernimiento vocacional, aunque obviamente también hay libertad y responsabilidad individual.


El arzobispo William Temple estaba en lo correcto en que elegir una carrera por razones egoístas o individuales, sin un verdadero sentido de llamado, confirmado colectivamente, «probablemente sea el mayor pecado que cualquier joven pueda cometer, porque consiste en apartar deliberadamente de la lealtad a Dios la mayor parte del tiempo y la fuerza»[8]. Pero la falta es en igual medida —si no mayor— de la iglesia que ha dejado a las personas a sus propios recursos, sin el beneficio del discernimiento comunitario y la orientación vocacional, a menos que estén considerando el ministerio ordenado. No obstante, puedes tomar la iniciativa de reunir a tu comunidad para que te ayude a discernir tu llamado. Hazles las siguientes preguntas a las personas de tu comunidad que mejor te conocen: ¿qué perciben los demás como la dirección de Dios para ti? ¿Qué experimentan ellos como tus dones y habilidades, las necesidades del mundo, y los deseos más profundos que disciernen en ti? Inicia discusiones acerca de la dirección de Dios con las personas de tu comunidad que te conocen bien. Puede ser sabio hablar con un compañero o consejero espiritual, reunir opiniones de personas con las que trabajas, o pedirle a un grupo de personas que se reúnan contigo regularmente en tanto que disciernes la dirección de Dios.


La comunidad es también un elemento esencial en el discernimiento de quién es guiado hacia los distintos tipos de trabajo necesarios en el mundo. Muchas personas pueden tener dones y deseos similares que pueden ayudar a satisfacer las necesidades del mundo. Pero puede que Dios no quiera que todos ellos hagan el mismo trabajo. Necesitas discernir no solo el trabajo al que Dios te está dirigiendo, sino también el trabajo al que está dirigiendo a otros. La comunidad necesita un todo equilibrado que trabaje en armonía. Por ejemplo, los médicos aportan poderosos dones y habilidades —y generalmente un profundo deseo de sanidad— a las grandes necesidades del mundo de salud física. No obstante, en Estados Unidos al menos, puede haber demasiados especialistas y no suficientes médicos de atención primaria que satisfagan las necesidades de la comunidad. Uno a uno, los estudiantes de medicina están compatibilizando sus dones, deseos y las necesidades del mundo para discernir una dirección hacia la medicina. Pero en general, el conjunto de médicos se está desequilibrando un poco. El discernimiento del llamado de Dios es una labor comunitaria.


Trabajo eclesiástico, ¿un llamado superior?


Muchos cristianos tienen la impresión de que los trabajadores eclesiásticos —especialmente evangelistas, misioneros, pastores, sacerdotes, ministros y otros similares— tienen un llamado superior al de otros trabajadores. Si bien en la Biblia hay poco que respalde esta impresión, en la Edad Media, la vida «religiosa» —como la de monjes y monjas— era ampliamente considerada como más santa que la vida ordinaria. La tradición monástica exaltaba la vida «perfecta» y contemplativa, como la de María, de pobreza, castidad y obediencia (a la iglesia) sobre la vida activa «permitida»[9], como la de Marta, del trabajo secular, el matrimonio y el servicio a la sociedad, deduciendo así un principio general de un incidente particular (Lucas 10:38-42).


Lamentablemente, esta distorsión sigue siendo influyente en iglesias de todas las tradiciones, si bien la doctrina de prácticamente cada iglesia de hoy afirma el igual valor del trabajo de los laicos. En la Biblia, Dios llama a los individuos tanto al trabajo relacionado con la iglesia como al trabajo no relacionado con la iglesia:


Llamados al trabajo eclesiástico


Éxodo 28:1


Haz que comparezcan ante ti tu hermano Aarón y sus hijos Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar. De entre todos los israelitas, ellos me servirán como sacerdotes.


Marcos 1:16-17


Pasando por la orilla del mar de Galilea, Jesús vio a Simón y a su hermano Andrés que echaban la red al lago, pues eran pescadores. «Vengan, síganme —les dijo Jesús—, y los haré pescadores de hombres».


Hechos 13:2, 5


Mientras ayunaban y participaban en el culto al Señor, el Espíritu Santo dijo: «Apártenme ahora a Bernabé y a Saulo para el trabajo al que los he llamado»… Al llegar a Salamina, predicaron la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos. Tenían también a Juan como ayudante.


Llamados al trabajo no eclesiástico


Deuteronomio 31:14


El Señor le dijo a Moisés: «Ya se acerca el día de tu muerte. Llama a Josué, y preséntate con él en la Tienda de reunión para que reciba mis órdenes». (Moisés y Josué eran ambos fundamentalmente líderes militares/políticos, no líderes cultuales/religiosos. Ambos estaban excepcionalmente cerca de Dios, pero eso no los hace líderes religiosos. Esto más bien muestra que Dios llama a personas de todos los ámbitos de la vida).


1 Samuel 16:12-13


Isaí mandó a buscarlo, y se lo trajeron. Era buen mozo, trigueño y de buena presencia. El Señor le dijo a Samuel: «Este es; levántate y úngelo». Samuel tomó el cuerno de aceite y ungió al joven en presencia de sus hermanos. Entonces el Espíritu del Señor vino con poder sobre David, y desde ese día estuvo con él. Luego Samuel regresó a Ramá.


Por lo tanto, sería inapropiado pensar que Dios llama a los trabajadores eclesiásticos pero no a otro tipo de trabajadores.


Surge cierta confusión porque muchas iglesias exigen que sus miembros sean «llamados» para ser ordenados o para servir como pastores, sacerdotes u otros ministros. A menudo la palabra «llamado» se usa para describir el proceso de seleccionar a un ministro o la decisión de entrar en el trabajo eclesiástico a tiempo completo. Sin embargo, como en la propia Biblia, estas situaciones rara vez son llamados personales directos e inconfundibles de Dios. Más bien pueden describir un fuerte sentido de la dirección de Dios. Como hemos visto, la dirección de Dios puede ocurrir con tanta fuerza en empleos y profesiones no relacionados con la iglesia. Dado que el Proyecto Teología del Trabajo no toma el trabajo eclesiástico como una de sus materias, no intentaremos evaluar si el «llamado» al trabajo eclesiástico es más intenso, más directo, más evidente o más necesario que el llamado al trabajo no eclesiástico. Lo que sí afirmaremos es que el trabajo eclesiástico en general no es un llamado superior al trabajo no eclesiástico, y que el término «llamado» aplica en igual medida para el trabajo no eclesiástico como para el eclesiástico.


También afirmamos que el trabajo no eclesiástico es «servicio cristiano a tiempo completo» tanto como el trabajo eclesiástico. Todos los cristianos están llamados (es decir, son mandados) a llevar a cabo todo lo que hacen, las 24 horas del día, como un servicio de tiempo completo a Cristo:


Colosenses 3:23


Hagan lo que hagan, trabajen de buena gana, como para el Señor y no como para nadie en este mundo.


Antes de concluir nuestra discusión sobre este punto, debemos observar que una corriente de pensamiento considera que 1 Timoteo 5:17-18 contradice la perspectiva que hemos descrito. Según esta postura, ser anciano de la iglesia (en general el equivalente a un pastor o sacerdote en el uso moderno de la iglesia) es de hecho un llamado superior.


1 Timoteo 5:17-18


Los ancianos que dirigen bien los asuntos de la iglesia son dignos de doble honor, especialmente los que dedican sus esfuerzos a la predicación y a la enseñanza. Pues la Escritura dice: «No le pongas bozal al buey mientras esté trillando», y «El trabajador merece que se le pague su salario».


Según esta postura, ser pastor es un «doble honor» comparado con otras profesiones. Pero la mayoría de los comentarios rechazan esta interpretación[10]. Una lectura más apropiada es que los ancianos que realizan bien su trabajo merecen un doble honor (u honorario) en comparación con los ancianos que meramente realizan su trabajo de manera aceptable. Alternativamente, el contraste puede ser entre los ancianos que trabajan voluntariamente en su tiempo libre y los ancianos que trabajan a tiempo completo para la iglesia[11]. Las citas del Antiguo Testamento acerca de la remuneración refuerzan aún más la percepción de que este pasaje se trata de recompensar a los ancianos de alto desempeño o de tiempo completo, no de comparar el trabajo eclesiástico con otro tipo de trabajo. Esto significa que los ancianos que trabajan a tiempo completo para la iglesia, y lo hacen bien, merecen que la iglesia les pague adecuadamente. La verdadera comparación del pasaje es entre los pastores, no entre pastores y laicos.


Los únicos empleos que no tienen un estatus igualitario ante los ojos de Dios son los que requieren trabajos prohibidos en la Biblia o son incompatibles con sus valores. Por ejemplo, trabajos que requieran homicidio, adulterio, robo, falso testimonio o codicia (Éxodo 20:13-17), usura (Levítico 25:26), perjuicio a la salud (Mateo 10:8), o daño al medio ambiente (Génesis 2:15) son ilegítimos delante de Dios. Esto no quiere decir que las personas que realizan estos trabajos tengan un estatus inferior a ojos de Dios. Las personas cuyas circunstancias las conducen a un trabajo ilegítimo no son personas ilegítimas. Tales trabajos podrían ser el menor de dos males en ciertas situaciones, pero jamás podrían ser el trabajo deseado por Dios para nadie.


Cambio de empleo


Si Dios dirige o guía a las personas a su trabajo, ¿podría alguna vez ser legítimo cambiar de empleo? ¿No sería eso rechazar la dirección de Dios al trabajo que ya tienes? Martín Lutero, el teólogo protestante del siglo XVI, sostuvo un famoso alegato contra el cambio de empleo. Esto se basaba en gran medida en su comprensión de este pasaje:


1 Corintios 7:20


Que cada uno permanezca en la condición [klesei] en que estaba cuando Dios lo llamó.


Pero hoy muchos dicen que la postura de Lutero respecto a un llamado individual a un rol social o laboral se debe a su incorrecta traducción del término griego klesei en 1 Corintios 7:20 como «vocación» o «llamado», en el sentido de ocupación. Esto influyó en la Biblia inglesa King James, que dice que cada hombre permanezca en el llamado en el que Dios lo llamó. Contrastemos esto con la traducción moderna más libre: «Que cada uno permanezca en la condición en que estaba cuando Dios lo llamó» (NVI) o se convirtió.


Juan Calvino, contemporáneo de Lutero, no aceptó la interpretación de Lutero; tampoco lo hacen la mayoría de los teólogos modernos. De partida, no parece dar cuenta adecuadamente del verso siguiente, el cual sugiere que el cambio de ocupación es legítimo, al menos en ciertas circunstancias:


1 Corintios 7:21


¿Eras esclavo cuando fuiste llamado? No te preocupes, aunque, si tienes la oportunidad de conseguir tu libertad, aprovéchala[12].


Para decidir entre estas dos posturas, necesitamos recordar que el pasaje en cuestión habla del matrimonio, no de la ocupación. El deseo de los corintios de ascender social y espiritualmente los llevó a cuestionar a Pablo respecto al matrimonio, e intentaban cambiar a un estado de soltería aparentemente más espiritual y celestial (1 Corintios 7:1). En respuesta, Pablo afirma su principio general de permanecer en el mismo estatus/clase y roles en los que estaban al convertirse. Después de todo, Cristo los llamó o los convirtió allí, con lo cual hizo sus roles sociales relativos, no absolutos[13]. La diferencia está entre llamar en una situación al convertirse (Calvino) y llamar a una situación (Lutero)[14]. Os Guinness captura el sentido de nuestro llamado primordial: «En primer lugar, somos llamados a Alguien (Dios), no a algo (tal como la maternidad, la política o la enseñanza) o a algún lugar (tal como un barrio pobre o Mongolia)»[15].


No obstante, si bien el llamado de Dios a la conversión y conducta cristiana no se equipara con estas esferas sociales, está estrechamente relacionado con ellas y las santifica. Un uso secundario del lenguaje del llamado para los roles relacionales y laborales se justifica de todas formas, como señala Fee:


Pablo quiere decir que al llamar a una persona dentro de una situación dada, esa misma situación es tomada en el llamado y de esa forma santificada para él o ella. De manera similar, al salvar a una persona en ese contexto, con ello Cristo se lo «asigna» a él o ella como su lugar donde vivir la vida en Cristo… Precisamente porque nuestra vida está determinada por el llamado de Dios, no por nuestra situación, necesitamos aprender a continuar ahí como aquellos que están «delante de Dios…». Allí sirvamos al Señor… ya se trate de un matrimonio mixto, soltería, trabajo de obrero o de oficina, o condición socioeconómica[16].


Luego Pablo ilustra su principio básico de «permanecer» en la propia situación u ocupación social mediante la irrelevancia última tanto de la circuncisión (1 Corintios 7:18-19) como de la esclavitud/ocupación (1 Corintios 7:21-24; cf. Gálatas 3:28) comparadas con la salvación. No obstante, en lugar de la postura de los corintios de que nuestro contexto relacional/ocupacional es un mero escenario o andamiaje que se debe descartar lo antes posible, Pablo lo ve como una potencial parte de nuestro llamado primordial a vivir la salvación pero en nuestros roles secundarios social y laboral. Al igual que los sacramentos, los llamados son una señal externa y visible de una transformación espiritual interna.


Para Pablo, nuestros contextos relacionales y ocupacionales no son accidentales sino providenciales. El permanecer en la situación en la que estabas cuando fuiste llamado o te convertiste potencialmente transforma aun la situación menos promisoria en un lugar de servicio a Dios. Pero esta no es una ley rígida. Pablo ve el cambio ocupacional o de rol como algo indeseable en algunos casos, por ejemplo, venderse como esclavo o cambiar la identidad racial (incircuncisión); e innecesario pero posible o deseable en otros, si, por ejemplo, un amo de esclavos o un cónyuge no cristiano le permite a uno la libertad (1 Corintios 7:15, 21).


En consecuencia, los corintios no necesitaban abandonar sus roles sociales, ni debían permanecer en ellos. La explicación de Pablo en 1 Corintios 7:29-31 subraya la tensión de la libertad cristiana en el matrimonio y el trabajo en un mundo caído entre el ahora y el todavía no del reino de Dios. «Nos queda poco tiempo. De aquí en adelante los que tienen esposa deben vivir como si no la tuvieran… los que compran algo, como si no lo poseyeran; los que disfrutan de las cosas de este mundo, como si no disfrutaran de ellas; porque este mundo, en su forma actual, está por desaparecer». Se nos llama a permanecer en nuestra situación/rol terrenal o creación, pero nuestra lealtad y preocupación fundamental es llamada a retirarse hacia la nueva creación[17].


Lutero enfatiza el aspecto del permanecer del llamado porque él experimentó la distorsión causada por mil años de negación monástica del matrimonio y la vida en el mundo. Miroslav Volf, escribiendo 500 años más tarde, enfatiza el aspecto del retirarse porque la propia enseñanza de Lutero se distorsionó y llegó a ser una «Ética protestante del trabajo»[18] en la cual el trabajo se convirtió en un llamado primordial o incluso la fuente de la salvación. Contra estas dos distorsiones, el Espíritu de la nueva creación transforma nuestra situación social y laboral para permitir que los dones florezcan[19].


En suma, Pablo desafía a los corintios y a nosotros a mantener nuestra disponibilidad para el reino de Dios o la nueva creación pero sin abandonar los roles creados que ese reino preservará y perfeccionará. Aunque existe una tensión entre nuestros roles en la creación y en el reino de Dios (1 Corintios 7:29-31), entre ser llamado a permanecer y ser llamado a retirarse, ambas finalmente se reconcilian, porque el reino es «creación sanada» (Hans Küng)[20].


Más recientemente, Miroslav Volf ha escrito que, dado que los factores mediante los cuales Dios dirige a las personas al trabajo pueden cambiar en el transcurso de una vida laboral, Dios puede efectivamente guiar a las personas a cambiar de trabajo[21]. Tus capacidades deberían crecer junto con tu experiencia en el servicio a Dios. Él puede dirigirte a tareas más grandes que requieren que cambies de empleo. «¡Hiciste bien, siervo bueno y fiel! En lo poco has sido fiel; te pondré a cargo de mucho más. ¡Ven a compartir la felicidad de tu señor!» (Mateo 25:21).


Por otra parte, si te vuelves cristiano a una edad adulta, ¿podría Dios requerir que cambies de trabajo? Podría parecer que hallar nueva vida en Cristo significa conseguir un nuevo empleo o carrera. Sin embargo, generalmente este no es el caso. Puesto que no existe una jerarquía de profesiones, generalmente es un error pensar que Dios quiere que encuentres un «llamado superior» al volverte cristiano. A menos que tu trabajo sea del tipo ilegítimo que analizamos anteriormente, o a menos que el empleo o los colegas amenacen con mantenerte estancado en hábitos no cristianos, puede que no haya necesidad de cambiar de trabajo. Sin embargo, ya sea que cambies de empleo o no, probablemente necesites hacer tu trabajo de forma distinta a como lo hacías antes, poniendo atención ahora a los mandatos, valores y virtudes bíblicas, como ocurrió con Zaqueo el cobrador de impuestos:


Lucas 19:5-9


Llegando al lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: «Zaqueo, baja en seguida. Tengo que quedarme hoy en tu casa. Así que se apresuró a bajar y, muy contento, recibió a Jesús en su casa. Al ver esto, todos empezaron a murmurar: «Ha ido a hospedarse con un pecador». Pero Zaqueo dijo resueltamente: «Mira, Señor: Ahora mismo voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes y, si en algo he defraudado a alguien, le devolveré cuatro veces la cantidad que sea». «Hoy ha llegado la salvación a esta casa —le dijo Jesús—, ya que este también es hijo de Abraham».


Discernimiento de la dirección de dios sobre cómo trabajar


Hemos sugerido varias veces que la manera en que uno trabaja es al menos tan importante para Dios como el empleo o profesión que se tiene. En todo empleo se tiene al menos alguna oportunidad de suplir las necesidades de la gente, utilizar nuestros dones y habilidades, y expresar —o descubrir— nuestros deseos más profundos. Tu decisión diaria de servir a Dios hoy es más importante que posicionarte para el trabajo correcto mañana. De hecho, lo poco que quizá puedas hacer hoy en el servicio a Dios suele ser la clave para ser capaz de hacer más en el futuro. «El que es honrado en lo poco también lo será en lo mucho», dijo Jesús (Lucas 16:10). En el transcurso de toda una vida, puedes servir a Cristo de la mejor forma sacándole partido a cada trabajo para sus propósitos, ya sea que te sientas llamado a cada trabajo o no.


Conclusiones


En este artículo, hemos tomado en serio el llamado y la dirección de Dios a personas de diversos tipos de trabajo ordinario. Con esto intentamos corregir la antigua tendencia protestante a considerar el trabajo ordinario como algo irrelevante para Dios e indigno de su llamado. Pero sería igualmente equivocado elevar la importancia de tu empleo o profesión a una posición de idolatría. Conseguir el empleo preciso no trae salvación, ni siquiera felicidad. Además, el verdadero objetivo del trabajo para el cristiano es servir al bien común, no promover sus propios intereses. A lo largo de toda una vida, el servicio al bien común se realiza mucho más al hacer el trabajo cotidiano poniendo el mayor empeño en Cristo, que al hallar el mejor empleo para ti mismo.


En la novela de Gail Godwin Evensong, un personaje reafirma la vocación de otro diciéndole: «Algo es tu vocación si siempre está haciéndote mejor». Es más que un simple trabajo, es parte de una «vida fiel y floreciente». Aunque hoy el lenguaje de la pasión lo invade todo, la vocación la incluye, pero es más que pasión en el sentido emocional. Es el compromiso y una disciplinada práctica de un enfoque de por vida, y no una aproximación de «picoteo» a la comida, o una aproximación de «zapeo» a los medios de comunicación. Es esto lo que «siempre está haciéndote mejor». De esta forma, la vocación o llamado está conectado con un pacto holístico de largo plazo en relación con las responsabilidades de nuestro rol —con nuestro prójimo más cercano— como esposos y esposas, padres e hijos, jefes y trabajadores, gobernantes y ciudadanos. La mirada de Godwin ayuda a orientarnos hacia las vocaciones que fomentan el florecimiento de la vida.


Gregory Jones complementa a Godwin: «A la inversa, debemos evitar aquellas vocaciones que probablemente nos hagan “peores”, especialmente si es probable que en ellas seamos “marchitados” por una u otra forma de pecado. Es posible que nos volvamos “peores” a causa de nuestras propias tentaciones, de una particular incompatibilidad entre lo que hacemos y los dones que Dios nos ha dado, de sucesos contingentes que ahogan las posibilidades de continuar con una vocación específica, o de las prácticas o instituciones corruptivas que actualmente configuran nuestra vocación»[22].


Pero la frase de Goodwin «hacerte mejor» puede ser absorbida por una seductora cultura de autorrealización. Es necesario situarla junto a la afirmación de Dietrich Bonhoeffer en El costo del discipulado de que «cuando Cristo llama [a alguien], le ordena venir y morir»[23]. Los precoces dones de Bonhoeffer no llegaron a su plena madurez, pero él nos dejó un ejemplo de alguien que cumplió su llamado fundamental siguiendo a Cristo, aun hasta la muerte. Que nosotros también tengamos el valor de morir diariamente en nuestro propio llamado, por difícil que este sea.



 

https://www.teologiadeltrabajo.org/temas-clave/llamado

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